Estamos atravesando una era donde se le da mucho valor a la cantidad de personas que nos
pueden seguir en las redes sociales. Y no estoy diciendo que está mal ser un “influencer” o
tener una gran comunidad. La verdad es que las redes sociales son una gran herramienta si las
usamos con el enfoque correcto. Mi única y genuina preocupación es cuando negociamos lo
que jamás debemos negociar por una fama pasajera.
En un momento, Esaú, desesperado por la necesidad momentánea de alimento, negoció con su
hermano Jacob su primogenitura (Génesis 25:27-34). Menospreció algo de gran valor por una
necesidad temporal. Nosotros, aquellos que amamos a Dios y somos sus hijos, debemos
cuidarnos de no caer en la tentación de negociar lo innegociable por saciar la hambre de
nuestro ego.
El deseo de ganar influencia nos puede llevar a comprometer la gloria de Dios. En ocasiones
comenzamos a imitar fórmulas que a muchos les ha funcionado, pero dejamos de ver el
carácter y el fruto de aquellas personas que admiramos y seguimos. Nos deslumbramos por la
fama que han alcanzado. El brillo momentáneo no nos deja ver con claridad la verdad y
comenzamos a seguir e imitar a los hombres, en vez de seguir e imitar a Cristo.
Y no quiero sonar religiosa, pero Dios ha compartido su gloria con nosotros (Salmo 8:4-5).
Nosotros, sus hijos, cargamos la gloria de Dios aquí en la tierra. Cuando olvidamos esto,
comprometemos nuestra integridad espiritual cuando comenzamos a buscar la gloria pasajera
de este mundo. Una gloria que sacia el hambre temporal, pero deja un profundo vacío.
Seamos sensatos y pidámosle a Dios que nos enseñe a cómo vivir nuestros días, de tal forma,
que produzca en nosotros sabiduría (Salmo 90:12).
No está mal recibir el reconocimiento de los hombres, lo que creo que está mal es
comprometer quienes somos en Cristo por mantener altos unos números. Cuando le damos
más valor a cuantas personas ven nuestro contenido (views), que a la calidad del contenido.
Cuando imitamos al mundo porque deseamos mayor visibilidad en la redes y seguimos las
tendencias (trends). El gran problema es cuando sacamos a Dios, nuestro Rey, de la ecuación
por ganar la fama entre los hombres. Lo más terrible es que olvidamos que lo más importante
es que nuestros nombres sean conocidos por nuestro Padre.
¡Cuidémonos! Lamentablemente, muchas personas que dicen ser seguidores de Jesús han
negociado lo innegociable y sus vidas están dando un mal fruto. Cuidemos la hermosa herencia
que hemos recibido en Cristo (Efesios 1:18). No seamos cegados por la gloria de este mundo,
necesitamos abrir nuestros ojos para contemplar la herencia incorruptible que está centrada en
Cristo Jesús (1 Pedro 1:4).
No negociemos lo que es innegociable, Su GLORIA.
Comments